La indaba viajera

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El navegante Unai Basurko disfrutó en la última ‘Vendée Globe’ de una gran surtido de productos ‘slow food’, entre ellos la alubia de Mungia, que busca ser un producto autóctono. Texto y foto Leire Uria

unai Basurko, conocido regatista vizcaino, ingiere unas 4.500 calorías diarias repartidas en dos comidas principales, durante sus largas travesías por los diferentes océanos. Cuenta el portugalujo que «la mayoría de los rivales llevan la despensa medio vacía, y parece que la tendencia es crear pastillas que aporten todo lo necesario para ocupar así el menor peso posible». No es el caso, en cambio, de Basurko, quien en su última travesía, la Vendée Globe 2008/2009, disfrutó de un arsenal de 273 kilos de comida elaborada con los mejores ingredientes que ofrece nuestro entorno.

Uno de los manjares que pudo degustar el deportista fueron las alubias de Mungia, alubia propia, característica de Mungialdea y el Txorierri, que busca reivindicarse como producto autóctono diferenciado de la judía tolosana, ya que su apariencia, sabor y modo de siembra son diferentes. De hecho, el movimiento Slow Food estudia catalogarla como variedad autóctona, y se están dando pasos en ese camino, al ser ya uno de los productos del Arca del Gusto, uno de los fases previas antes de conseguir esa catalogación definitiva.

Mungia es una localidad Cittá Slow que colabora con el Convivium de Slow Food de Bilbao-Bizkaia para a lo largo del año desarrollar distintas actividades que impliquen la educación del gusto y la preservación de la biodiversidad agroalimentaria. Además, desde Slow Food Bilbao-Bizkaia se trabaja en la salvaguarda de alimentos buenos, limpios y justos que pueden desaparecer. El Convivium trabaja con cocineros de Bizkaia que se han adherido al compromiso del Km0 para trabajar e integrar en sus cartas productos de slow food, entre ellos el restaurante Manu, donde ha tenido lugar el encuentro.

El propio Basurko se ha reunido con algunos productores cuyos alimentos han paseado por todo el mundo, y con miembros del movimiento Slow food en Mungia, para volver a degustar platos sabrosos y arraigados en nuestra cultura, pero esta vez, recién preparados por chefs. El menú: alubias de Mungia, variedad de cultivo raso con panceta de euskal txerria, Lope de morcilla cocida con berza y horneada en guarnición de crema de berza, y de postre, helado de ciruela cojón de fraile con orejones de Quel. Un auténtico manjar como los que Basurko pudo disfrutar en su aventura intercontinental.

El navegante disfrutó en su viaje de un sinfín de platos, preparados por el reputado chef Aitor Elizegi, la Escuela de Hostelería de Leioa y la empresa Delicass, que procuraron que «cada día disfrutará a la hora de la comida», tal y como explica el propio Elizegi, que dirige el restaurante Gaminiz en Zamudio. Productos autóctonos que tratados de diferentes formas lograron sobrevivir el paso del tiempo, y las condiciones del Pakea Bizkaia. Distintos tipos de pasta, clases de arroz diferentes, legumbres tradicionales, acompañados de varias salsas, tipos de aceite de oliva o clases de quesos, bacalaos y embutidos. «Todos los demás participantes bromeaban diciendo que si naufragaban querían hacerlo cerca del Pakea que iba lleno de provisiones», afirma Elizegi. Todas las bolsas preparadas en la bodega del Pakea iban escritas con antiguas frases y refranes vascos, que Basurko leía cada vez que cocinaba. Una vuelta a casa momentánea.

Mungia es una localidad ‘Cittá Slow’ y colabora con el Convivium de Slow Food de Bizkaia

Las bolsas preparadas en la bodega del ‘Pakea Bizkaia’ iban escritas con refranes vascos

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